sábado, 26 de junio de 2010

Henri Peña-Ruiz escribe en "Filosofia de la felicidad":

Esperanza y temor: la fluctuación del alma
Los deseos traducen la intensidad de la vida. No nos quedamos neutrales ante el espectáculo del mundo. Las sensaciones se ordenan según el placer o el sufrimiento que procuran, (...) La poesía, esa forma libre y gratuita de vivir la existencia, solo puede llegarle a un ser sereno, liberado de las tensiones de la necesidad o del deseo. (...)
Placer intenso, plenitud vivida, que surge de la esperanza de hacerlo volver. El deseo de vivir se hace entonces como búsqueda apasionada. Nos gusta desear como nos gusta amar, (...)
Del dolor padecido, traumatismo silencioso, nace el temor de otros dolores. Tenemos miedo a sufrir de nuevo y la vida se vuelve inquietud sorda.

La venganza de Sisifo
El deseo de eternidad hace que parezca absurdo todo aquello que esta condenado a la desaparición. Pero dicho deseo tiene dos versiones muy diferentes. La primera pone en juego la nostalgia de un paraíso eterno, que el hombre habría perdido por su propia culpa. Tiene como consecuencia desvalorizar radicalmente la aventura humana. La segunda abarca la voluntad, propia de toda acción perseverante, de hacer las cosas de la manera mas perfecta posible, como si estuvieran destinadas a durar siempre.

Higos en invierno
Pedir lo imposible... el hombre no sabe diferenciar entre lo que depende de el y lo que no depende de el. El deseo se extiende a todo por una ambición inocente que presume de si y del mundo. (...) Sabiduría difícil: no pedir lo imposible, sino no renunciar tampoco a lo posible. La frontera no siempre es clara.

Los deberes para con uno mismo
¿Que vida queremos vivir? Plantearse la pregunta, tal cual, es con frecuencia saludable. (...)
El primer deber para con uno mismo es simplemente saber lo que se quiere en realidad, para poner en la vida los objetivos que sean también nuestras referencias. Esa conciencia implica una alegría de vivir, sin complejo, libre de culpas indebidas. (...) La felicidad personal irradia; es un regalo para los demás. (...)
Cuidar de uno mismo es, por supuesto, cuidar del cuerpo (salud física) y de la apariencia (elegancia y belleza). Pero también es cuidar de los pensamientos, de la conciencia, llevando la vida interior a lo mejor de si misma.

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