domingo, 21 de marzo de 2010

Ricardo ... 2.)

Resulta complicado diferenciar los deseos de los sueños, de los proyectos y de las esperanzas. Mi primo me regaló una pulsera trenzada por él mismo, y me la ató a la muñeca con tres nudos. Al apretarme cada nudo debía formular un deseo, y para cuando la pulsera se rompiera, ajada por los sudores, los jabones y los meses, deberían haberse cumplido los tres. Ahora que estamos en confianza debo confesar que hice trampa. En vez de deseos, me propuse tres retos, tres cuestiones que en mi mano estaba cumplir - siempre puedes tener un empujoncito de la suerte, que se agradece, pero realmente no era imprescindible el concurso de su etérea ayudita. Para cuando la pulsera se rompió, mis tres proyectos se habían cumplido. A medida que se iban realizando, me gustaba mirarme el brazo y pensar que nunca viene mal un pococ de viento a favor. O una tira de tela que te recuerde qué es lo que estás buscando.

La siguiente vez que me encontré con mi primo, le pedí una nueva pulsera, y que no fuera tacaño con los nudos.

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